Hace 15 años me mudé al Valle del Tiétar y me enamoré de esta zona. Vivo en una finca con muchos árboles frutales, además de olivos y huerto ecológico. Aquí nació la idea de hacer mermeladas. Empecé y probé, primero las clásicas y luego me dio por intentar mezclas menos comunes, sorprendentes y raras. Este año decidí convertir mi hobby en profesión, alquilé un obrador profesional y hago mermeladas al estilo más grande. Más grande que antes, pero todavía muuuy pequeño, muy artesanal.
Mi filosofía es la de slow food: productos éticos y limpios, de temporada y local, km 0. Esto se refiere tanto a la fruta como al azúcar. Solamente uso azúcar de caña integral ecológico, no entra nada de azúcar blanco en mis mermeladas.
La fruta la consigo en gran parte de mi propia finca, otra viene de fincas de amigos de los que sé que no tratan con herbicidas o pesticidas a sus arboles o arbustos.
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